Kiseki- Costumbrismo japónes y niños con responsabilidad familiar


El director nipón Hirokazu Kore-eda se ha convertido en el Ozu del siglo XXI; gracias a una consolidada trayectoria compuesta por acertadas disecciones familiares en el país del sol naciente.Ya logró cautivarme con "Aruitemo Aruitemo", pero esta vez supera mis expectativas con esta historia, parecida a la de la película anterior en temática pero muy diferente en enfoque.

Koichi y Ryu son dos niños hermanos, fruto de un joven matrimonio roto. El mayor vive con su madre en la casa de sus abuelas, en una ciudad que reposa en la ladera de un volcán sobre la cual cae ceniza día tras día. Ryu vive con el padre en otra ciudad. La madre trabaja de asistenta y el padre es un músico de rock fracasado, de modo que Koichi y Ryu se han visto forzados a madurar antes de tiempo para tirar de su conflictiva situación familiar. A ninguno les convence su nueva situación, y Koichi en particular desea que el volcán entre en erupción para que arrase la ciudad y todos vuelvan a Osaka. Así que cuando descubre que, si pides un deseo en el momento en que dos trenes balas se cruzan, este se cumple, decide lo que debe hacer. Ryu y Koichi acuden a la cita con sus respectivos amigos , donde viviran una aventura en la que, aunque no se cumplan sus deseos, les demostrará que hay luz al final del túnel.

Kore-eda realiza un filme costumbrista, donde una vez más se retrata una familia descompuesta (donde los personajes, como en "Aruitemo aruitemo", no paran de comer). Pero en esta ocasión el drama es sustituido por una película terriblemente optimista con geniales detalles cómicos. Además nos encontramos con tipo de película muy particular; la historia se nos narra desde la perspectiva de los niños , absolutos protagonistas (un grupo con miembros bien definidos y un carisma que nada tiene que envidiar a los chicos de "Cuenta conmigo" y "Los goonies"). Además esta es una de las películas que he visto en las que se "occidentaliza" a los japoneses, pues acostumbrados a contemplar a seres radicalmente distintos nos encontramos con unas personas que se diferencian de nosotros básicamente en la alimentación.

También es cierto que el film coge fuerza cuándo empieza a confeccionarse el plan de escapada, tras una primera hora realmente lenta (el metraje es demasiado largo para una película de estas características). El filme adolece además de un exceso de planos silenciosos con música "buenrollista", un recurso muy manido. El montaje es simple (algunas escenas podrían retirarse) y chirriante en ocasiones (los cambios de planos en la escena en la que los niños se confiesan sus respectivos deseos).

"Kiseki" es una película muy bonita y optimista, que aporta esperanza en los humanos y nos demuestra lo profunda que pueden llegar a ser las interpretaciones de los niños.  

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