Los idus de marzo- Teatro y estrategia


Hace ya algunos años que George Clooney viene demostrando que, además de ser un competente intérprete es un hábil director comprometido con la audiencia liberal estadounidense. Sus películas como director han sabido diseccionar la política de este país, mostrándonos el oscuro funcionamiento de su sistema político. Tan sólo son cuatro las películas que ha dirigido, pero Clooney muestra mucha habilidad en la dirección, consiguiendo exprimir al máximo los guiones de partido (en este caso partimos de un muy buen material, adaptación de una obra de teatro) y creando un ágil ritmo narrativo en el que lo implícito se explicita gracias a un hábil uso del montaje y la elección de determinados encuadres.

Pero si algo transforma "Los Idus de marzo" en una de las mejores películas del inicio de temporada es el buen hacer de su reparto, dónde encontramos a grandes nombres del panorama interpretativo actual como el propio Clooney, Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman (los dos brillantes secundarios con momento de gloria) y destacando al absoluto protagonista de la función, la revelación del último año con "Drive": Ryan Gosling. Ellos, brillantes todos y cada uno, son los principales responsables de que la película vuele alto.

Esta historia es ante todo una dura crítica del sitema político, en el cual sólo es posible triunfar mediante el engaño, exceder los límites y traicionar los propios ideales, de modo que Stephen es al final de la cinta un político de prestigio y poder, pero una persona triste que poco tiene que ver con el Stephen del inicio del film. Los votantes eligen el partido que quiere que les gobierne en función del carisma y la cercanía que inspire el representante, pero éste no es más que un títere de la organización, un actor de movimientos y frases estudiados al dedillo, pues son los asesores como Paul o Stephen los que llevan las riendas de la campaña, los cerebros entre bambalinas. Es su mundo una guerra de estrategias y matemáticas dóne la lealtad es lo más importante, todo vale y sólo cuenta el momento presente.

Un poco confusa al principio, y adolece de un personaje instrumental (Evan Rachel Wood), pero nos encontramos ante una muy buena película, oportuna en los tiempos que corren.

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