El Caballo de Turín- Retrato del declive



Si algo debemos destacar ante todo del cine de Béla Tarr es que es necesario:agrada sobremanera corroborar que se puede construir una obra audiovisual esquivando toda convención narrativa, compositiva o temática.
Los planos secuencia son de gran calidad, realzados con un sobrio blanco y negro y una hermosa e insistente melodía que produce desasosiego con la intención de expresar un mensaje claro(posiblemente entre varios más) :sucesivos sucesos nos dan a entender que todo se acaba. Se acaba el mundo y la vida, y también lo hace, aunque no forme parte de la trama pero se respira, la filmografía de este único director.

El campesino y su hija siguen una repetitiva rutina a lo largo de 6 días con la frialdad más absoluta (recoger agua, comer constantemente patatas hervidas con las manos y beber agua ardiente) en una Casa situada en una Colina dónde no cesa de rugir el viento, resultando extraña en el espectador prototípico del nuevo milenio la "animalidad"de sus actos.Más allá de estos, las concesiones narrativas que se nos ofrecen( las frases del narrador, la escena de la lectura de la Biblia, el visitante en busca de licor que obsequia a los protagonistas con un desalentador discurso) aportan un tinte filosófico al producto algo complejo de interpretar, debido a las múltiples lecturas pueda originar . Es por detalles cómo éstos que creo que el esfuerzo que el espectador realiza para consumir el filme no son suficientemente recompensados. Con todo,cualquier cinéfilo disfruta con la existencia de un Cine diferente, y me da la impresión de que a pesar de su dificultad de visionado, por la radicalidad de su propuesta y por su fuerza narrativa, nos encontramos ante una obra maestra.

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